sábado, 31 de octubre de 2015





Cuantos anocheceres, cuántos amaneceres.... es imposible detenerlos,
es el tiempo... un día nos miramos al espejo y nos damos cuenta,
que no somos los mismos, que nada volverá a ser, nada se repetirá,
que algunos seres queridos se han ido para siempre dejando un gran vacío.
Muchas cosas ya no serán como fueron, todo cambia, todos cambiamos.
Mientras nos suceden tantas cosas, la tierra sigue girando,
el sol sigue dándonos su luz aunque dentro nuestro haya tormenta.
Más sin embargo, el tiempo pasa aliviando el corazón,
y poco a poco nos damos cuenta que el fruto de ésta vida
tan cambiante es la sabiduría, que nos hace entender que es
necesario vivirlo todo, que son enseñanzas que nos llevarán a que haya paz en nuestra alma

y a hacernos dignos de esta vida maravillosa.

María Consuelo Idrobo

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